Bajo el estallido embriagador de la fantasía y el sonido ensordecedor de los bajos Las Raras encontramos un lugar de pertenencia, sedimentamos contracultura ideando mitologías y practicando nuestros propios rituales. La fiesta habilita nuestras existencias a través del disfrute, desatamos sensualidad más allá de la moralidad de la buena costumbre. De hecho, nos cagamos en la buena costumbre y la modestia, construímos una familia monstruosa y estridente funcional a sus integrantes y no al cis-tema.
𝗟𝗮 𝗱𝘂𝗿𝗲𝘇𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗺á𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗻𝗮 𝘀𝘂𝗮𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱.
Ahora, en el brillo enceguecedor del sol Las Raras nos juntamos alrededor de una mesa de vidrio a continuar nuestros intercambios histriónicos hasta agotar las sustancias que nos alienan un poco de la hostilidad que nos rodea. Y, si con el correr de los días, la angustia post-fiesta nos atañe sabremos acompañarnos y cuidarnos en nuestra vulnerabilidad en el núcleo de nuestra familia elegida hasta la próxima vez que el éxtasis nos convoque. Y aunque no nos quieran seguiremos siendo escandalosas ocupando todos los lugares que queramos porque Las Raras no sabemos de miedo.
Under the intoxicating burst of fantasy and the deafening sound of the bass Las Raras (The Rare Ones) find a place of belonging, we sediment counterculture, devising mythologies, and practicing our own rituals. The party enables our existence through enjoyment, we unleash sensuality beyond the morality of good manners. In fact, we shit on good manners and modesty, we built a monstrous and strident family functional to its members and not to the cis-tem.
𝗧𝗵𝗲 𝗵𝗮𝗿𝗱𝗻𝗲𝘀𝘀 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗮𝗶𝗻𝗶𝗻𝗴 𝘁𝗵𝗲 𝗺𝗼𝘀𝘁 𝘁𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝘀𝗼𝗳𝘁𝗻𝗲𝘀𝘀.
Now in the blinding brightness of the sun, Las Raras gather around a glass table to continue our histrionic exchanges until we deplete the substances that alienate us a little from the hostility that surrounds us. And, if as the days go by, the post-party anguish affects us, we will know how to accompany and take care of ourselves in our vulnerability within our chosen family until the next time ecstasy summons us. And even if they don't want us, we will continue to be scandalous occupying all the spaces we want to because Las Raras don't know about fear.
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(𝙡𝙖 𝙥𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙡í𝙣𝙚𝙖 𝙙𝙚 𝙚𝙭𝙥𝙪𝙡𝙨𝙞ó𝙣 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙘𝙤𝙢𝙪𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙇𝙂𝘽𝙏𝙌+ 𝙚𝙨 𝙡𝙖 𝙘𝙖𝙨𝙖 𝙛𝙖𝙢𝙞𝙡𝙞𝙖𝙧.)
Bajo el estallido embriagador de la fantasía y el sonido ensordecedor de los bajos Las Raras encontramos un lugar de pertenencia, sedimentamos contracultura ideando mitologías y practicando nuestros propios rituales. La fiesta habilita nuestras existencias a través del disfrute, desatamos sensualidad más allá de la moralidad de la buena costumbre.
De hecho, nos cagamos en la buena costumbre y la modestia, construímos una familia monstruosa y estridente funcional a sus integrantes y no al cis-tema.
𝗟𝗮 𝗱𝘂𝗿𝗲𝘇𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗺á𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗻𝗮 𝘀𝘂𝗮𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱.
Ahora, en el brillo enceguecedor del sol Las Raras nos juntamos alrededor de una mesa de vidrio a continuar nuestros intercambios histriónicos hasta agotar las sustancias que nos alienan un poco de la hostilidad que nos rodea. Y, si con el correr de los días, la angustia post-fiesta nos atañe sabremos acompañarnos y cuidarnos en nuestra vulnerabilidad en el núcleo de nuestra familia elegida hasta la próxima vez que el éxtasis nos convoque.
Y aunque no nos quieran seguiremos siendo escandalosas ocupando todos los lugares que queramos porque Las Raras no sabemos de miedo.
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(𝙏𝙝𝙚 𝙛𝙞𝙧𝙨𝙩 𝙡𝙞𝙣𝙚 𝙤𝙛 𝙚𝙭𝙥𝙪𝙡𝙨𝙞𝙤𝙣 𝙛𝙧𝙤𝙢 𝙩𝙝𝙚 𝙡𝙜𝙗𝙩𝙦+ 𝙘𝙤𝙢𝙢𝙪𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙞𝙨 𝙩𝙝𝙚 𝙛𝙖𝙢𝙞𝙡𝙮 𝙝𝙤𝙢𝙚.)
Under the intoxicating burst of fantasy and the deafening sound of the bass Las Raras (The Rare Ones) find a place of belonging, we sediment counterculture, devising mythologies, and practicing our own rituals. The party enables our existence through enjoyment, we unleash sensuality beyond the morality of good manners.
In fact, we shit on good manners and modesty, we built a monstrous and strident family functional to its members and not to the cis-tem.
𝗧𝗵𝗲 𝗵𝗮𝗿𝗱𝗻𝗲𝘀𝘀 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗮𝗶𝗻𝗶𝗻𝗴 𝘁𝗵𝗲 𝗺𝗼𝘀𝘁 𝘁𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝘀𝗼𝗳𝘁𝗻𝗲𝘀𝘀.
Now in the blinding brightness of the sun, Las Raras gather around a glass table to continue our histrionic exchanges until we deplete the substances that alienate us a little from the hostility that surrounds us. And, if as the days go by, the post-party anguish affects us, we will know how to accompany and take care of ourselves in our vulnerability within our chosen family until the next time ecstasy summons us.
And even if they don't want us, we will continue to be scandalous occupying all the spaces we want to because Las Raras don't know about fear.